
Reconozco que con los años perdí la afición por la copla para adentrarme en otros géneros musicales más acordes con mis tiempos. Supongo que como le sucede a todo el mundo, salvo que vivas en Andalucía, que no es mi caso.
Pero un buen día acudí a un concierto de nuestro amigo Joaquín y me sorprendió que una parte de su concierto estuviera dedicado precisamente a la copla. No lograba entender que un tenor la incluyese en su repertorio, máxime si ese tenor es asturiano, tierra que no se caracteriza precisamente por ese tipo de música.
Confieso que fue la parte del concierto que menos me gustó, aunque evité comentarlo. No sabría dar una razón precisa, creo que -en cierta manera- infravaloraba el género, que era incapaz de separar de la peineta y la bata de cola.
Pero hubo un segundo concierto, al que acudí con un amigo. Y se repitió el repertorio de copla -no eran las mismas, pero copla, al fin-. Y mi acompañante se emocionó con "Triniá", vibraba de emoción. Eso me dio que pensar y creo que en ese momento me reconcilié con la copla.
Al salir decidimos saludar a Joaquin para felicitarle y mi amigo... se pasó tres pueblos. Quiso hacerlo tan bien, quiso hacer llegar su emoción al intérprete, que como un huracán lo abordó y sencillamente le dijo: ¡Parecías una puta! Ni que decir tiene la monumental carcajada de todos los presentes. Creo que Joaquín habrá recibido todo tipo de elogios, pero precisamente ese -que lo era de verdad- me consta que nunca.
Poco tiempo después le pregunté a Joaquín, por qué incluir copla en todos sus conciertos. Y tiene, sin duda, muchas razones. La primera, como en mi caso, arranca de su infancia: en su casa se escuchaba mucho la radio y la copla era la música que más se radiaba. En segundo, porque sus hijos y nietos se han afincado en Sevilla. y, finalmente, porque la copla es un gran género musical en el que se encuentra cómodo y -eso ya lo añdo yo- interpreta magistralmente.
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