El 2 de marzo, sábado, Joaquín dará un concierto en el auditorio de Pola de Siero, para el que ya se pueden adquirir las entradas. El punto de venta anticipado está instalado en la Casa de Cultura de Pola de Siero, de lunes a viernes de 17,00h. a 21,00h. También es posible reservarlas telefónicamente (985720634). Y los menos previsores podrán adquirirlas en día del concierto en taquilla dos horas antes del espectáculo. El Ayuntamiento ha querido poner precios populares con el fin de que sea asequible a todos los bolsillos (10 euros). El tenor estará acompañado por la Orquesta de Cámara de Siero, un excelente elenco de músicos de gran categoría que ya ha cosechado muchos éxitos. Y este es el programa:
1ª
Parte EL XARRERU
Javier Blanco
LA ZARZAMORA
Manuel L. Quiroga
OJOS VERDES
M. Quiroga
LA LIRIO
M.Quiroga
LA PANDERETERA
Alberto Lozano
LAS COPLAS DE LUIS CANDELAS
M.Quiroga
ROMANCE DE VALENTIA
M.Quiroga
LA SALVAORA
M. Quiroga
2ª
parte:
2 CANCIONES
ASTURIANAS PARA ORQUESTA DE CÁMARA
-Ayer vite na fonte
-El baile de los pollos
Flores Chaviano
LA SERENATA
Paolo Tosti
IDEALE
P.Tosti
L’ULTIMA CANZONE
P. Tosti
FUISTE AL CARMÍN
Flores Chaviano
SOY ASTURIANO
Martinez Abades/Joaquin P. Fuertes
ROMANCE DE LA MINA
Popular/ José León
Delestal
IDEALE de Tosti (una de las canciones que interpretará
Si hay un género musical genuinamente español ese es, sin duda, la copla. Ahora los amantes de esa canción desgarrada, temperamental que canta al amor y fundamentalmente al desamor están de luto. Se han ido una de las grandes: MARIFÉ DE TRIANA. Y sorprenderá, que acabe de escribir que "están de luto", como si yo fuese ajena a ese dolor, pues no lo soy. Siempre que un/a grande se va, el arte queda un poco huérfano y perdemos -como en este caso concreto- una parte de nuestras raíces, o de nuestra infancia. Conocer la noticia me ha devuelto por un momento a mi abuela, porque "María de la O", o "Torre de arena" -por citar alguna canción- formaban parte de ese ajetreo que había en casa mientras ella hacía las camas, preparaba la comida o me ataba los zapatos. Creo que no había mayor alegría, para la niña que yo era entonces, que escuchar a mi abuela cantar. Ella me enseñó -probablemente sin pretenderlo- que la canción es una gran fuente de alegría, aún relatando tristezas. Desde mi infancia, y por su influencia, no he dejado de cantar nunca. En la intimidad, eso sí.
Reconozco que con los años perdí la afición por la copla para adentrarme en otros géneros musicales más acordes con mis tiempos. Supongo que como le sucede a todo el mundo, salvo que vivas en Andalucía, que no es mi caso.
Pero un buen día acudí a un concierto de nuestro amigo Joaquín y me sorprendió que una parte de su concierto estuviera dedicado precisamente a la copla. No lograba entender que un tenor la incluyese en su repertorio, máxime si ese tenor es asturiano, tierra que no se caracteriza precisamente por ese tipo de música.
Confieso que fue la parte del concierto que menos me gustó, aunque evité comentarlo. No sabría dar una razón precisa, creo que -en cierta manera- infravaloraba el género, que era incapaz de separar de la peineta y la bata de cola.
Pero hubo un segundo concierto, al que acudí con un amigo. Y se repitió el repertorio de copla -no eran las mismas, pero copla, al fin-. Y mi acompañante se emocionó con "Triniá", vibraba de emoción. Eso me dio que pensar y creo que en ese momento me reconcilié con la copla.
Al salir decidimos saludar a Joaquin para felicitarle y mi amigo... se pasó tres pueblos. Quiso hacerlo tan bien, quiso hacer llegar su emoción al intérprete, que como un huracán lo abordó y sencillamente le dijo: ¡Parecías una puta! Ni que decir tiene la monumental carcajada de todos los presentes. Creo que Joaquín habrá recibido todo tipo de elogios, pero precisamente ese -que lo era de verdad- me consta que nunca.
Poco tiempo después le pregunté a Joaquín, por qué incluir copla en todos sus conciertos. Y tiene, sin duda, muchas razones. La primera, como en mi caso, arranca de su infancia: en su casa se escuchaba mucho la radio y la copla era la música que más se radiaba. En segundo, porque sus hijos y nietos se han afincado en Sevilla. y, finalmente, porque la copla es un gran género musical en el que se encuentra cómodo y -eso ya lo añdo yo- interpreta magistralmente.
Joaquín Pixán y el pianista Mario Bernardo durante la clase
Desde Cangas de Narcea, Tineo, Gijón y el resto de Asturias. La sala de música del Ateneo de La Calzada de Gijón se llenó ayer de cantantes y también de oyentes dispuestos a aprender del maestro Joaquín Pixán. El tenor cangués, acompañado del pianista Mario Bernardo, impartió una clase magistral a los asistentes, aunque Pixán prefiere llamarlo «un encuentro para trasladar experiencias los unos a los otros».
La primera en romper el hielo fue Geli Suárez, que antes de comenzar a cantar 'Nobody knows', se confesó «muy nerviosa». Pero si alguien entiende bien de eso es Pixán: «salgo nervioso cada día», confesaba. «Hay que cantar para el público. Los nervios no deben notarse, han de sufrirse para dentro, como las almorranas», apuntó entre risas el tenor.
A cada actuación, su consejo. Nada de 'boca de pez', ni de mover la cabeza para que la voz vibre, ni desinflarse. «La voz ha de entrenarse todos los días». El maestro supo dar la pincelada perfecta a cada cantante para que las voces robaran los aplausos del público. «El canto es un ejercicio de inteligencia. Antes de hacer algo, hay que tenerlo en la cabeza y el final tiene que ser una resolución».
Acostumbro a decir que para mí la música es tan
importante como la palabra. Afirmación que puede parecer excesiva si se toma al
pie de la letra. Yo la pongo al pie, pero del sentimiento. Del sentimiento emocional al que ahora psicólogos, sociólogos,
y todas aquellas personas que se dedican al estudio del comportamiento humano,
le dan ahora tanta importancia. Mucho camino han recorrido quienes se dedican
a estudiar la inteligencia desde el punto de vista de las emociones, de esa
capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos y la facilidad para
manejarlos. Mi primer contacto con ese nuevo concepto de inteligencia bajo el
crisol de la emoción, se produjo en 1995, cuando cayó en mis manos el libro de
Daniel Coleman titulado Emocional Intelligence. Pero no fue
Coleman pionero en esta teoría, ya en 1920 el psicólogo
estadounidense Thorndike utilizó el término inteligencia
social, resaltando la importancia de factores que iban más allá de los meramente
cognitivos. Es decir, de los factores emocionales. Y desde entonces han sido muchos los estudios
–fundamentalmente desde las universidades americanas- que se han realizado en esa dirección. Ni que
decir tiene que desde un principio me adherí con fuerza a esos nuevos
conceptos, fundamentalmente porque comprobé en mi persona que si era capaz de
gestionar mis sentimientos adecuadamente, era –en principio- más feliz y,
además, sacaba un mayor rendimiento a mis pensamientos, redundando en la toma
de decisiones y en la eficacia de mis
acciones. Y también pude comprobar que
aquellas personas que canalizaban mal
sus emociones tenían siempre en riesgo su estabilidad síquica. Entre el sentir
y el pensar media siempre indefectiblemente la emoción controlada, que no al libre albedrío. En exceso, hasta lo
más saludable puede ser malo.
Y regreso al título: Música y emoción. La primera, me conduce indefectiblemente a la
emoción. Que, por otra parte –y eso debía de haberlo dicho ya- se produce
siempre –la emoción, digo- por un estímulo externo. Qué decir de los efectos que nos
producen esos sonidos encadenados que conocemos como música. Sirva para explicarlo un ejemplo muy
sencillo: el cine. Nada escenifica más terror,
alegría, suspense…, que las bandas sonoras. Si nos
detenemos un poco y observamos nuestro
comportamiento, las reacciones que tenemos siempre van precedidas del estímulo
que nos proporciona el lenguaje musical.
Se acelera nuestro corazón, las pupilas se contraen o se dilatan, se tensa el cuerpo, se retrae la musculatura…, nos adentrarnos en la situación sin que medie
nuestra voluntad. Y todo ello merced a la emoción que produce la música. Por
eso considero que es tan importante en nuestra vida el lenguaje de los sonidos.
Las notas, adecuadamente enlazadas y combinadas, producen efectos en el cerebro
que va más allá del puro razonamiento cognitivo, sin duda más lento. El proceso se genera de manera espontánea y
produce efectos a los que difícilmente llegaríamos tan directamente aplicando
exclusivamente el razonamiento lógico.
Por todo esto que digo, y que vivo, defiendo que no
debería de haber plan de estudios que no otorgase un puesto importante a la
formación musical. Pues así, mejor que de ninguna otra forma, y
fundamentalmente de manera más placentera, canalizaríamos esas neuronas que
conducen los impulsos que nos permiten
pensar, sentir y actuar.
Y ya en otra ocasión comentaré la importancia d e
la música en nuestro ocio.
Fue Francesco Paolo Tosti uno de los más grandes compositores de la época de oro
del canto. Ha sido sin lugar a dudas uno de los
más grandiosos compositores que ha dado la península itálica.
Aunque
Tosti escribió tres óperas que no alcanzaron al público como debieron, la
llamada "música de salón" lo llevó a la fama. Es difícil encontrar hoy un
recital de canto en el que no esté incluida una o más piezas de su
creación.
Jussi
Bjoerling, Beniamino Gigli, Tito Schipa, Enrico Caruso, Carlo Bergonzi, Alfredo
Kraus, José Carreras, Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, Franco Corelli,
Giusseppe D'Stefano, Renata Tebaldi y muchos más han cantado en sus actuaciones
públicas y en sus grabaciones, la música de este compositor.