Javier NEIRA.- La misa de gaita, cargada con cuatro siglos de
historia, entró ayer por primera vez en la Catedral de Oviedo y a juzgar por la respuesta de
los fieles/público se quedará para siempre. Ofició el arzobispo Jesús Sanz con
el cabildo catedralicio. Cantó el tenor Joaquín Pixán, acompañado por el gaitero
José Manuel Tejedor, el tamborilero Javier Tejedor y el coro de la Escuela Municipal
de Música Tradicional de Cangas del Narcea. Un oficio religioso elevado al cubo
por la fusión de una música global, el gregoriano, y local, la tonada. Una hora
antes del inicio de la misa ya había gente en la Catedral cogiendo sitio.
Media hora antes, ya no había sitio.
Joaquín
Lorences, presidente de la Fundación Valdés-Salas , que ha promovido la
recuperación canónica de la misa de gaita e impulsó la misa-concierto, no cabía
de satisfacción.
Y es que
estaba a punto de desaparecer. El estudio académico corrió a cargo del
catedrático de Musicología Ángel Medina, que ayer también estaba encantado.
Sobre la tradición oral, la misa está escrita en buena medida por Alfredo de la Roza y el "Credo"
por Manuel José Santos. Entre los hitos de la recuperación figura LA NUEVA ESPAÑA , que el
día de la Santina
de este año distribuyó entre sus lectores un disco con una excelente grabación.
Ayer se
vio que la tradición es la vanguardia absoluta. La misa era la del día, en
memoria de San Josafat, obispo y mártir. Tras la procesión de entrada y el
inicio de la celebración, Pixán, con el coro y gaita, cantó el
"Kyrie", realmente maravilloso. El catedrático de Literatura Jesús Menéndez
Peláez se hizo cargo de las lecturas. En la homilía el Arzobispo dijo que
"la música es cómplice de Dios", afirmó que "el bien para el que
hemos sido creados existe", recordó la tragedia que ha asolado Filipinas y
señaló que "Dios muere con las víctimas". Saludó a la gaita y al
tambor diciendo que "con esos instrumentos damos gracias y pedimos
gracias".
El coro
interpretó un "Credo" formidable. Al llegar a "Et incarmatus est
de Spiritu Sancto" el roncón, solo, subrayó uno de los grandes misterios
de la fe cristiana. Gaita y tambor introdujeron la liturgia eucarística y
después Pixán cantó acompañado por la gaita -en permanente rubato- el
"Sanctus", muy bien. Antes de la comunión la gaita y el tambor
interpretaron la "Marcha real" y de nuevo el tenor cantó el "Agnus
Dei". Durante la comunión la gaita y el tambor subrayaron la solemnidad
del momento.